martes, 11 de abril de 2017

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SOLEDAD I

    Abandonado de tu Dios y Padre,
que con sus manos recogió tu espíritu,
te alzas en ese trono congojoso
de soledad, sobre la escueta cumbre
del teso de la calavera, encima
del bosque de almas muertas que esperaban
tu muerte, que es su vida. ¡Duro trono
de soledad! Tú, solo, abandonado
de Dios y de los hombres y los ángeles,
eslabón entre cielo y tierra, mueres,
¡oh León de Judá, Rey del desierto
y de la soledad Las soledades
hinches del alma, y hacesde los hombres
solitarios un hombre; Tú nos juntas,
y a tu soplo las almas van rodando
en una misma ola. Pues moriste,
Cristo Jesús, para juntar en uno
a los hijos de Dios que andan dispersos,
solo  un rebaño bajo de un pastor.

Miguel de Unamuno, El Cristo de Velásquez.

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