lunes, 4 de septiembre de 2017

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VIRGEN DE LA CONSOLACIÓN

PATRONA DE LA ORDEN

La Bienaventurada  Virgen María es venerada como Madre de Consolación, porque a través de ella «Dios mandó al mundo al Consolador», Cristo Jesús. La participación en los Dolores de la pasión de su Hijo y en las alegrías de su resurrección la ponen  en condición de consolar a sus hijos en cualquier aflicción en  que se encuentren.

Después de la ascension de Jesucristo, en union con los apóstoles implore con ardor y esperó con confianza al Espíritu Consolador. Ahora, elevada al cielo, «brilla ante el pueblo peregrine de Dios como signo de segura esperanza y consolación» (LG69)..

Al menos desde el siglo XVII, «Madre de Consolación» o «Madre de la,Correa»  es el título principal con que la Orden agustiniana honra a la Virgen. En 1439 obtuvo la facultad de erigir para los laicos la «Cofradía de la Correa».

Una piadosa leyenda, nacida en el seno de la Orden, narraba que la Virgen se había aparecido a santa Mónica, Afligida por la suerte de Agustín, consolándola y dándole una correa, la misma con que después se ciñeron Agustín y sus frailes. De ordinario, la iconografía representa a la Virgen y al Niño en el acto de entregar sendas correas, respectivamente, a santa Mónica y a san Agustín.

En 1495 surgió en la iglesia agustiniana de Bolonia la «Cofradía de Santa María de la Consolación».
En 1575 ambas cofradías se fusionaron en una única «Archicofradía de  la Correa», a la que la Sede Apostólica enriqueció con abundancia de indulgencias.

                     HIMNO
 
Si Madre del Consuelo eres, Señora, 
si reina y madre eres del dolor,
vuelve tus ojos a los que esperamos
de tu mirada la consolación.

Siempre se oyó decir que eres amparo
de náufragos que imploran compasión:
no desmientas, ¡oh Madre! que consuelo
eres y reina y madre del amor.

Concede, Madre, a los que a ti llamamos
que, unidos siempre a Cristo Redentor,
no nos falte la luz de tu mirada
¡oh Madre del consuelo y del dolor!

Gloria por siempre al Padre sea dada
y honor y gloria a Cristo Redentor
y al Espíritu Santo que es por siempre
el sempiterno y gran Consolador. Amén.

Liturgia Agustiniana de las Horas.

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