viernes, 15 de junio de 2018

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FORMAS DE CREER

El que cumple la voluntad de Dios...

       La fe no es una reacción automática, sino una decisión personal que ha de madurar cada individuo. Por eso, cada creyente ha de hacer su propio recorrido. No hay dos formas iguales de vivir ante el misterio de Dios.

       Hay personas intuitivas que no necesitan reflexionar mucho ni detenerse en análisis complejos para captar lo esencial de la fe; saben que todos caminamos en medio de tinieblas y vislumbran que lo importante es confiar en Dios. Otros, por el contrario, necesitan razonarlo todo, discutirlo, comprobar la racionabilidad del acto de fe. Solo entonces se abrirán al misterio de Dios.

       Hay también personas muy espontáneas y vitalistas, que reaccionan con prontitud ante un mensaje esperanzador; escuchan el evangelio y rápidamente se despierta en su corazón una respuesta confiada. Otros, sin embargo, necesitan madurar más lentamente sus decisiones; escuchan el mensaje cristiano, pero han de ahondar despacio en su contenido y sus exigencias antes de asumirlo como principio inspirador de sus vidas.

        Hay gentes pesimistas que subrayan siempre los aspectos negativos de las cosas. Su fe estará probablemente teñida de pesimismo: «Se está perdiendo la religión», «la Iglesia no reacciona», «por qué permite Dios tanto pecado e inmoralidad?» Hay también personas optimistas que tienden a ver lo positivo de la vida, y viven su fe con tono confiado: «Esta crisis purificará al cristianismo», «el Espíritu de Dios sigue actuando también hoy», «el futuro está en manos de Dios».

       Hay personas de estilo más contemplativo, con gran capacidad de «vida interior». No les resulta tan difícil hacer silencio, escuchar a Dios en el fondo de su ser y abrirse a la acción del Espíritu. Pero hay también personas de temperamento más bien activo. Para éstas, la fe es, sobre todo, compromiso práctico, amor concreto al hermano, lucha por un mundo más humano.

       Hay gente de mentalidad conservadora, que tiende a vivir la fe como una larga tradición recibida de sus padres y que ellos han de transmitir, a su vez, a los hijos; les preocupa, sobre todo, conservar fielmente las costumbres y guardar las tradiciones y creencias religiosas. Otros, por el contrario, tienen la mirada puesta en el futuro. Para ellos, la fe debería ser un principio renovador, una fuente permanente de creatividad y de búsqueda de caminos nuevos para la acción de Dios.

       El temperamento y la trayectoria de cada uno condicionan, por tanto, el modo de creer de la persona. Cada uno tiene su estilo de creer. En cualquier caso, Jesús le da importancia decisiva a una cosa: Es necesario «hacer la voluntad de Dios». Esta búsqueda realista de la voluntad de Dios caracteriza siempre al verdadero creyente.
José Antonio Pagola.

Oración después de la Comunión

        Señor, te pido el espíritu de discernimiento
para que pueda detectar el mal que se muestra
con apariencia de bien:
las ofensas que se disfrazan de sinceridad,
la infidelidad que se disfraza de libertad,
la cobardía que se disfraza de prudencia,
la injusticia que se disfraza de legalidad,
la avaricia que se disfraza de libre mercado.
       Señor, sé que por muchos pecados
que cometa tú siempre me estarás
esperando para perdonarme y acogerme
como el hijo pródigo que vuelve a casa.
       Pero, si empiezo a considerar
que el mal es bien y que el bien es mal
ya no desearé tu perdón
y el maligno habrá vencido.
       Por esto te pido también
que no me confunda el lenguaje
políticamente correcto:
decir las cosas por su nombre
es un gran servicio a la verdad.

P. Julián Montenegro Sáenz, OAR.

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