martes, 17 de julio de 2018

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Lectio Divina Domingo XV Tiempo Ordinario -B-

Dios es el Creador y con su bendición se hace bueno lo creado. Dios es Amor y su iniciativa gratuita realiza el plan de salvación del ser humano: Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor (Efesios 1,3).

            Esta definición de Dios no es solamente una admiración, es para nosotros una manifestación del amor de Dios que jamás nos deja de lado y, por otra parte, todo es gracia y la libertad que nos concede para seguir sus enseñanzas, la humanidad que se orienta no solo a vivir y permanecer en una historia personal y social, sino que  nos conduce a vivir en consonancia a una continua misericordia, ya que: por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

            Si pensamos despacio y, con fe, la acción de Dios en nosotros, tiene que surgir una acción de gracias constante pero, a la vez, una actualización renovada del don de Dios que somos nosotros y de la misión que se nos concede: ve y profetiza a mi pueblo de Israel, Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor; los fue enviando de dos en dos, De por sí, la lectura de los textos citados, es un canto al amor de Dios. a su misericordia y a su bendición. Ojalá fuéramos capaces de creer y entrar en el misterio que el Señor nos concede y estimáramos nuestra responsabilidad desde el don que se nos concede.

            La vida de un cristiano no es, sin más, una respuesta a Dios. Partamos de algo fundamental que san Pablo aclara: El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia, ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, Se nos abre así un caso para compartir la vida de Jesús. Si hoy queremos vivir según el Evangelio debemos vivir la misma vida de Jesús y, esto, nos reclama pensar y examinarnos desde dónde comienza nuestra vida. Dios es nuestro Padre y ha querido centrar en el ejemplo de Cristo el camino verdadero de la paz, de la verdad y del amor. La iglesia de Cristo es realidad cuando tiene la certeza en Él, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados.

            El camino de un cristiano conlleva la seguridad de que Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos. De ahí surge en la conciencia la llamada de Jesús para ser sus discípulos y anunciadores del Evangelio y, dejando con valentía todo miedo o postura que dificulte o niegue la verdad de Dios. El profeta Amós anunciará claramente lo que le dijo el Señor: ve y profetiza a mi pueblo de Israel. Tal llamada no es de carácter reducido, tiene un reclamo que afecta a los fieles del Señor y que asumen la realidad de ser sus testigos dejando de lado todo lo que sea obediencia a la llamada del Señor. Seamos consecuentes a lo que conlleva nuestra fe cristiana y cómo hemos de ser en cuanto el Señor nos indica que quiere llegar al corazón de los hombres a través de quienes, escogiendo su llamada, deben asumir el ser anunciadores de la verdad, teniendo en cuenta que El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto.

            No caben las medias tintas. En un momento determinado llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Jesús envía a sus discípulos como Yahvé había enviado a los profetas. El enviado es un mandato y un don. El enviado no debe predicarse a sí mismo sino ser el portador de quien lo envía. Su palabra está llena de poder y de autoridad. El discípulo recibe la potestad de hacer los mismos signos que hacía el Señor. Para el evangelista Marcos, estos signos se sintetizan en expulsar a los demonios y en sanar a los enfermos ungiéndolos con aceite. El Reino se hace presente como posibilidad de una nueva vida, liberada de todo aquello que obstaculiza una vida plena. Es la paz o plenitud de todos los bienes que nos trae el Señor. El discípulo está llamado para seguir al Señor.

RESPUESTAS desde NUESTRA REALIDAD

            ¿Alguna vez hemos pensado que el Señor nos llama a ser sus discípulos? No pongamos excusas y pensemos cómo debemos ser fieles a la llamada del Señor. Pensemos que la misión del apóstol tiene riesgo y el fracaso es posible ya que los corazones pueden cerrarse. Aprendamos de la Iglesia: ella permanece, como permanecen la eficacia redentora de la Sangre de la Cruz y la eficacia redentora de la Sangre de Cristo y el poder de su Espíritu. En esta realidad se funda y radica nuestra confianza. Cristo ha querido salvarnos por la locura de la predicación y Pablo decía así: el mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan -para nosotros- es fuerza de Dios. El amor de Dios es infinito y nosotros tenemos la alegría de cómo Dios llega a nosotros y cómo permanece en nuestros corazones si lo aceptamos con fe y amor. Pero, no olvidemos: Dios pretende realizar el milagro de su amor en nosotros; pero lo vivimos, lo mantenemos, lo anunciamos con nuestra vida. ¡Seamos agradecidos y humildes ante Dios!
              ORACION

            Oh Dios, que muestras la luz de la verdad a los que andan extraviados para que puedan volver al camino, concede a todos los que se profesan cristianos rechazar lo que es contrario a este nombre y cumplir cuanto en él se significa. Por J. N. S. Amén.  
PENSAMIENTO AGUSTINIANO

            ¿Cuál es el plan de Dios que subsiste por siempre? ¿Contra qué plan bramaron los gentiles y planearon vaciedades los pueblos? En verdad, cuando el Señor reprueba los pensamientos de los pueblos, reprueba también los planes de los príncipes. ¿Qué plan del Señor subsiste por siempre, sino aquel por el que nos previó y nos predestinó? ¿Quién anulará la predestinación de Dios? Desde antes de la creación del mundo nos vio, nos reformó, nos envió (a su Hijo) y nos redimió: este plan suyo permanece por siempre, este su pensamiento dura por los siglos de los siglos. Entonces bramaron los gentiles de forma manifiesta entre la duda y la crueldad, ahora consúmanse como encerrados y reunidos en un odre. Gozaron de licencioso atrevimiento, soporten amargos y crueles designios. ¿Cuándo podrán destruir lo que él planeó y permanece para siempre? (s, Agustín en comentario al. salmo 32 II, 2, 14).
Fr. Imanol Larrínaga, OAR

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