sábado, 25 de agosto de 2018

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Fin de las Confesiones: ALABAR A DIOS

 ¿Por ventura, Señor, siendo tuya la eternidad, ignoras las cosas que te digo, o ves en el tiempo lo que se ejecuta en el tiempo? Pues ¿por qué te hago relación de tantas cosas? No ciertamente para que las sepas por mí, sino que excito con ellas hacia ti mi afecto y el de aquellos que leyeren estas cosas, para que todos digamos: Grande es el Señor y laudable sobremanera (Sal 95,4). Ya lo he dicho y lo diré: por amor de tu amor hago esto (amore amoris tui facio istuc).

Porque también oramos, y, no obstante, la Verdad dice: Sabe vuestro Padre qué es lo que necesitáis, aun antes que se lo pidáis (Mt 6,8). Te hacemos, pues, patente nuestro afecto confesándote nuestras miserias y tus misericordias sobre nosotros, para que nos libres enteramente, ya que comenzaste; para que dejemos de ser miserables en nosotros y seamos felices en ti, ya que nos llamaste; y para que seamos pobres de espíritu, y mansos, y llorosos, y hambrientos, y sedientos de justicia, y misericordiosos, y puros de corazón, y pacíficos.

He aquí que te he referido muchas cosas: las que he podido y he querido, por haberlo querido tú primero, a fin de que te confesase, Señor Dios mío, porque eres bueno, porque tu misericordia es eterna (Sal 117,1).
C XI, 1, 1

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