martes, 16 de octubre de 2018

// //

MANOJO OCTAVO DEL «PROVENTUS MESSIS DOMINICAE» RELATA LA VIDA Y PASIÓN DE LA VENERABLE VIRGEN MAGDALENA DE NAGASAKI

El padre Andrés de San Nicolás ( (1617- 1666) escribe esta composición en diez Manojos, que son traducidos por el P, Manuel Briceño Jáuregui.S.J. Tanto la parte introductoria en prosa, como el canto en dímetros yámbicos. Estos han sido vertidos en romance octosilábico, que consta de igual número  de versos que el original latino.

                    I
 
   Al negro umbral de la muerte,
de oscuras nubes envuelta
yacía, tiempo hace, escuálida
con culpas que tanto afean,
   toda la nación nipona
al enemigo sujeta
enredada en los engaños
del diablo y su cruel caterva.
   La falsedad y mentira
teníanla ilusa y ciega
tanto tiempo en una bárbara
obstinación y soberbia.
   Se equivocaba en lo Bueno
instruída en leyes pésimas,
despreciaba a los demás
por dares gusto a concienci.
   El mismo Dios compasivo,
desde su sede de estrellas,
queriendo curar sus males
y su profunda demencia,
   envió, encendido en amor,
heraldo de paz auténtica,
con San Francisco  Javier
la medicina que alienta;
   es decir, el santo nombre
de Jesús, antorcha espléndida
que, destruyendo lo vano,
da la vida verdadera.
   Varios compañeros óptimos
obtuvieron, tras sus huellas
―herederos de su espíritu―,
grandes frutos por cosecha.
   Quien menos se quiso  hacer
―mayoe que muchos él era―
venció las huestes del Tártaro
con la Cruz como bandera.
   Vino luego un gran incendio
con fuego ardiente do quiera
y al Orco vil que ladraba
lo sujetó con cadenas.
   Del corazón, lo más íntimo,
lanzó encendidas saetas
aquel sublime Agustín,
columna del dogma auténtica,
   y a los reos de lujuria
hiere angustiado y con pena;
arde las entrañas frígidas,
los frutos de amor aumentan.
   Como inmenso torbellino
reformándose da vuelta
a sus dardos y así acosa
la satánica soberbia.
   Así Francisco y Vicente
con fervor de la ley nueva
recogen frutos ubérrimos
que en sus graneros conservan.
   Aquí luce, brilla candida,
y roja una flor pulquérrima,
rosa púdica, inocente,
cuyo nombre es Magdalena.
   En Nangasaqui nacida
de la más alta nobleza,
sus padres vivido habían
en el seno de la Iglesia.
   Gozando de plata y oro
una riquísima herencia,
solo por ganar a Cristo,
como al estiércol desprecian.
…Luego entregaron su vida,
con hijos y parentela,
después de sufrir brutales
tormentos con fortaleza.
   Privada se ve de abrazos
la virgen quedando huérfana,
y de los bienes del mundo,
mas Dios su Esposo la espera.
   El fuego de tal Amante
un casto pecho le ofrenda
y busca con las virtudes
lograr la alianza suprema.
   La niña con voto oblígase
a virginidad perpetua
por la cual la vida humana
se iguala a la vida angelica.
   Busca después la Escritura
vertida a la patria lengua,
y la lee, Esposa de Cristo,
a muchos infieles ella.
   Mas su cuerpo delicado
castiga ruda y domeña,
siguiendo solo el espíritu,
cumpliendo ordenadas penas.
   El santo amor del Esposo
la hiere y lo busca inquieta;
en oración y silencio
lo llama, le urge, lo espera.
   Y su voz, en los oídos
del corazón le resuena;
sale al paso y, descansando
en sus vínculos, lo estrecha.
   Un gran Patrono ha elegido
experto en tales querencias
que a todos sus seguidores
el buen camino demuestra.
   Es el padre Aurelio, el mismo
que con caridad inmensa
gérmenes de santidad
produjo con su áurea Regla.
   Francisco otórgale el hábito
negro, de anacoretas,
y de máxima alegría
reboza la virgen nuestra.
   De su santa Probación
cumple fiel la etapa entera.
Profesa. Y, bañada en lágrimas,
se da al Dios de cielo y tierra.
   Hizo el cielo de su Padre
que en su alma  también prendiera
el intentar con palabras
convertir la gente incrédula.
   Apenas Francisco capta
el celo de Magdalena
la destina como Dóxico,
feliz con tal misionera.
   Llamas entonces de fuego
le brotan con tal frecuencia
que parecen en el alma
herir la turba que observa.
   Les expone los misterios
de la salvación eterna:
se admiran los circunstantes,
y la fe a muchos penetra.
   Unos piden  el bautismo,
y al punto como respuesta
los primeros rudimentos
de nuestra ley les enseña.
  
(Dóxico (Dójuku) catequistas o auxiliares de los padres en la evangelización).

0 Reactions to this post

Add Comment

Publicar un comentario