martes, 16 de septiembre de 2014

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De la mano de San Agustín

1 Tim 3,1-13  También los espantapájaros guarda la viña

 Cuando el Apóstol describe cómo ha de ser el obispo, comienza diciendo: Quien desea el episcopado, desea una buena obra. ¿Qué significa esto? Parece como si hubiera inflamado a todos en el deseo de alcanzar el episcopado. ¿Serán mejores quienes lo ambicionan que quienes sienten reparos? ¿Serán mejores quienes usurpan lo indebido con cierta arrogancia que quienes escapan de lo debido por temor? De ninguna manera; no se trata de eso; no enseñó que debemos ambicionar llegar al episcopado.

Prestad atención a lo que dijo, si es que consigo explicar lo que pienso. Lo que afirma el Apóstol está claro para quienes lo entienden, y tenebroso y oscuro para los soberbios y ambiciosos. Lo que dijo es esto: Quien desea el episcopado, desea una buena obra. Desear el episcopado no es desear ser obispo; es desear una obra buena. Pero ¿quiere ser obispo quien no realiza obra buena, sino su propia obra? Ese tal no desea el episcopado. Es lo que decía poco antes: busca el nombre, no la realidad. —Quiero ser obispo. ¡Oh si yo fuese obispo! —¡Ojalá lo fueras! ¿Buscas el nombre o la realidad? Si buscas la realidad, deseas una buena obra; si buscas el nombre, puedes tenerlo aún con obras malas, mas para mayor suplicio tuyo. —¿Qué he de decir, pues? ¿Que hay obispos malos? De ninguna manera; no los hay. Sin duda alguna, me atrevo a decir que no hay obispos malos, porque, si son malos, no son obispos. Tú me haces volver otra vez al nombre, y me dices: —Es obispo, pues se sienta en la cátedra. —También los espantapájaros guardan las viñas.

 Entre otras cosas, dijo: Marido de una sola mujer. Pero ¿cuánto mejor de ninguna? Dijo hasta dónde se podía llegar: a no pasar de una; pero mucho mejor si no tiene ninguna. Tenga a sus hijos sumisos; para que, si tiene hijos, le estén sumisos, y no busque tenerlos si no los tiene. Encareció el disciplinar a los hijos, con miras a regir la casa: Quien no sabe mandar en su casa, ¿cómo podrá ocuparse diligentemente de la Iglesia de Dios? Son palabras del Apóstol mismo. Pero ¿cómo carecerá de hijos el obispo, si es buen obispo? En el nombre de Cristo, ayudado con su gracia, vuestro obispo no quiso tener hijos carnales para tenerlos espirituales. A vosotros os corresponde el ser obsequiosos con él, el obedecerle dignamente y el servirle con un digno servicio; así tendrá hijos sumisos, muchos a cambio de unos pocos, celestes a cambio de los terrenos, coherederos en lugar de herederos.
Sermón 340 A 6-7


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