jueves, 2 de octubre de 2014

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De la mano de San Agustín

 Lc 10,1-12  No porque uno te lo haya perdonado ya no le debes a los demás

Haces brotar heno para los jumentos, y forraje para los que sirven a los hombres (Sal 103,14). Esto es cierto, lo veo, lo compruebo en la creación: la tierra produce heno para los jumentos, y forraje para los que están al servicio de los hombres. Pero también percibo que hay otros jumentos del Señor, simbolizados en lo que se dice: no pondrás bozal al buey que trilla; (1 Cor 9,9). Y dice también uno de estos jumentos: ¿Es que se ocupa de los bueyes?(1 Cor 9,9). La Escritura lo dice a favor nuestro. ¿Y de qué modo produce la tierra heno para los jumentos? Porque el Señor ha establecido que quienes anuncian el Evangelio, vivan del Evangelio (1 Cor 9,14). Pues él envió predicadores, y les dijo: Comed lo que os presenten, porque el obrero merece su salario (Lc 10,7-8). Y cuando les dijo: comed lo que os ofrezcan, ¿se lo dijo para que no preguntasen: "no seremos atrevidos, sentándonos a las mesas ajenas, cuando lo necesitemos; no seremos descarados?" y les contesta: "No, no es dádiva de ellos, sino vuestro salario". Salario ¿de qué? ¿Qué dan? ¿Qué reciben? Dan realidades espirituales, y reciben carnales; dan oro y reciben heno. Pues toda carne es heno, y el esplendor de la carne es como flor de heno (Is 40,6).

Todas las cosas temporales de que abundas y te sobran son heno de jumentos. ¿Por qué? Porque son carnales. Mira de qué jumentos son heno: Si nosotros hemos sembrado para vosotros bienes espirituales, ¿será gran cosa que recolectemos de vosotros bienes materiales? Esto lo dijo el Apóstol, el predicador tan trabajador, tan incansable, tan activo, tan experto en dar el mismo heno a la tierra. Yo —dice— no he aceptado ninguno de estos bienes. Así demostró que se le debían, pero que no los recibió, y tampoco condenó a quienes aceptaron lo que se les debía. Pues habían de ser condenados solamente los que exigían lo indebido, pero no los que recibían su salario; a pesar de todo, él renuncio a él.

Y no porque uno te perdone, ya no se lo debes a otro. De otra forma no serás tierra regada que produce heno para los jumentos. Del fruto de tus obras —dice— se saciará la tierra. Tú produces heno para los jumentos. No seas estéril; produce heno para los jumentos. Y si los jumentos no quieren utilizar tu heno, que no te encuentren a ti estéril. Recibes bienes espirituales, da tú los materiales; son derechos del soldado, y es a él a quien le das; tú así eres proveedor de Cristo. ¿Quién milita alguna vez a expensas propias? ¿Quién planta una viña y no come de su fruto? ¿Quién apacienta el rebaño y no recibe de su leche?(1 Cor 9,7). No digo esto para que se haga así conmigo. Hubo un soldado que le daba alimento incluso al proveedor. Pero, no obstante, que el proveedor le suministre el alimento. Quiero deciros antes esto: que son jumentos: No pondrás bozal al buey que trilla. Dice: Tú produces heno para los jumentos; y, como explicando esto, añade: y forraje para los que sirven a los hombres, para que entiendas lo que antes se dijo: Tú produces heno para los jumentos, lo declaró en esta repetición. Puesto que a lo denominado arriba heno, lo llamó después yerba o forraje, y a lo que dijo para los jumentos, lo expresó diciendo para el servicio de los hombres; luego, por obligación, no libremente. Entonces, ¿cómo es que se dice: Vosotros habéis sido llamados a la libertad?

Pero escucha al mismo Apóstol: Siendo yo libre de todos, me hice esclavo de todos, para conquistar el mayor número posible (1 Cor 9,7-19).  Pues bien, a quienes dijo: Fuisteis llamados a la libertad, ¿qué les añadió? No convirtáis la libertad en una ocasión para la carne, antes bien, haceos siervos unos de otros por amor (Gál 5,13). A los que había hecho libres, los hizo siervos, no por condición, sino por la redención de Cristo. No por necesidad, sino por caridad. Por caridad —dice— servíos unos a otros. Pero es a Cristo a quien servimos unos a otros, dice; no a los pueblos, no a los carnales, no a los débiles. Sirves bien a Cristo, si sirves a quienes Cristo sirvió. ¿Acaso no se dijo de él que sirvió bien a muchos? Esto se lee en el Profeta. De nadie, excepto de Cristo suele entenderse esto. Pero oigamos también su propia voz en el Evangelio: El que de vosotros quiera ser el primero, sea vuestro servidor (Mt 20,27). Te ha hecho siervo mío el que te liberó con su sangre. Decidme esto a mí, porque decís la verdad. Escucha al mismo Apóstol en otro lugar: A nosotros, por Jesús, nos predicamos como siervos vuestros (2 Cor 4,5). Amad bien a vuestros siervos, pero en nombre de vuestro Señor.

 Concédanos el Señor que sirvamos bien. Pues querámoslo o no, somos siervos; y, con todo, si lo somos queriendo, no es por necesidad, sino por amor. Ya que, en cierto modo, cuando el Señor dijo: El que quiera ser el mayor entre vosotros, sea vuestro servidor, se mostraba la soberbia apasionada de sus siervos. Los hijos de Zebedeo reclamaban los más altos puestos, ya que expresando por la madre lo que ellos deseaban, el uno pretendía sentarse a la derecha, y el otro a la izquierda del Señor. Y él no les negó los puestos, sino que primero les mostró el valle de los sufrimientos, como diciéndoles: "¿Queréis venir a donde yo estoy? Venid por donde yo camino". ¿Qué quiere esto decir? Por el camino de la humildad. Yo descendí de lo más alto, y, tras ser humillado, voy a subir; a vosotros os encontré en la tierra, y queréis volar antes de crecer; primero nutríos, robusteceos, permaneced en el nido. ¿Qué les dice? ¿Cómo encamina a la humildad a los que iban en pos de la grandeza? ¿Podéis beber el cáliz que yo he de beber? Y ellos, soberbios en esto también, contestaron: Podemos. Como Pedro: Contigo iré hasta la muerte, y se mantuvo valiente, hasta que una mujer le dijo: También éste Mi cáliz ciertamente lo beberéis; y, aunque ahora no podéis, lo beberéis; como a Pedro: No puedes seguirme ahora; me seguirás después. Mi cáliz ciertamente lo beberéis; pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me pertenece a mí el concederlo.¿Qué significa no me pertenece a mí el concederlo? No me pertenece darlo a los soberbios; y vosotros, a quienes hablo ahora, lo sois. Por eso dije: No me pertenece a mí el dároslo. Pero quizá dirían: "Seremos humildes". Sí, pero no seréis ya vosotros; y yo dije "a vosotros". No dije que no lo daré a los humildes, sino que no lo daré a los soberbios. Y el que
estaba con ellos, así contestaron éstos: Podemos. ¿Podéis? Podemos. Y Jesús: de soberbio se cambia a humilde, ya no será lo que era.
Comentario al salmo 103,III,9.

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