sábado, 21 de enero de 2017

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De la mano de San Agustín (12): LA BONDAD DE LA VIUDEZ (3)

Buena la opción matrimonial, mejor la viudal

De estos males queda muy lejos la que se compromete con un voto libre, y hace no por imperio de ley, sino por consejo de caridad, que ya no sean lícitas cosas que antes lo eran. Un bien es la pureza conyugal, pero un mayor bien es la continencia vidual. Este mayor bien queda honrado al subordinársele el otro bien; pero este bien no queda condenado cuando se alaba al otro mayor bien. 

Bondad bíblica del matrimonio

Cuando el Apóstol recomienda el fruto de los célibes y solteros, porque se preocupan de las cosas que son del Señor, cómo agradarán a Dios (1Co 7,33), continúa diciendo: Esto os lo digo para vuestro bien, no para tenderos un lazo, es decir, no para obligaros, sino mirando a lo que es honesto (1Co 7,35). Al decir que es honesto el bien de las mujeres célibes, no debemos pensar que por lo mismo es deshonesto el vínculo conyugal, pues en ese caso deberíamos condenar incluso las primeras nupcias, cuando ni los catafrigas, ni los novacianos, ni Tertuliano, su elocuente mantenedor, osaron declararlas torpes. Al decir digo a las solteras y viudas que les es bueno permanecer como yo (1Co 7,8), puso bueno por "mejor"; cuando comparamos una cosa con otra y decimos que es mejor que la buena, sin duda también es buena. Pues ¿qué significa mejor, sino más bueno? No saquemos la conclusión de que es un mal el volver a casarse porque el Apóstol dijo les es bueno permanecer como yo (1Co 7,35). Del mismo modo, cuando el Apóstol dice sino mirando a lo que es honesto, no quiere decir que el matrimonio sea deshonesto; recomendó con ese nombre general de honesto a lo que era más honesto que lo honesto. Pues ¿qué significa honestius sino lo que es más honesto? Sin duda, lo que es más honesto es honesto. Abiertamente declaró que un bien era mejor que el otro al decir: Quien casa a su hija, hace bien; y quien no la casa, hace mejor (1Co 7,38), y presentó una felicidad superior a la otra al decir: y más feliz será si permanece así (1Co 7,40). Quiso llamar honesto a lo que es más honesto que lo honesto, mejor que lo bueno y más feliz que lo feliz. Dios nos libre de llamar torpe a lo que presenta el apóstol Pedro diciendo: Maridos, honrad a vuestras esposas como a vaso más frágil y sumiso, como a coherederas de la gracia (1P 3,7). Y exhortándolas a ellas a que sean sumisas a sus maridos, a ejemplo de Sara, dice: Así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios, obedientes a sus maridos, como Sara obedecía a Abrahán llamándole señor; obrando bien y no cediendo a ninguna intimidación, vosotras os hacéis hijas de ella (1P 3,5-6).

Mayor entrega corporal y espiritual de las solteras a Dios

El apóstol Pablo dice que la soltera sea santa en cuerpo y espíritu (1Co 7,34). No ha de tomarse eso como si la casada fiel, casta y sumisa a su marido según las Escrituras, no fuese santa de cuerpo, sino tan solo de espíritu. No puede darse que sea santo el espíritu y no sea santo también el cuerpo utilizado por el espíritu santificado. Pero no parezca que me pongo a argumentar en lugar de demostrarlo por palabras divinas. El apóstol Pedro, al citar a Sara, dice tan solo las santas mujeres, y no menciona el cuerpo. Pero consideremos las palabras del mismo Pablo cuando prohíbe la fornicación, diciendo: ¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? Tomando, pues, los miembros de Cristo, ¿los convertiré en miembros de meretriz? Dios nos libre (1Co 6,15). ¿Quién osará decir que los miembros de Cristo no son santos o separar de los miembros de Cristo el cuerpo de los cristianos casados? Y poco después dice: Vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros y habéis recibido de Dios. Y ya no os pertenecéis, pues habéis sido comprados a un gran precio (1Co 6,19-20). Dice que los cuerpos de los cristianos son miembros de Cristo y templo del Espíritu Santo, y, sin duda, quedan comprendidos los cristianos de ambos sexos. Luego donde están las casadas, allí están las solteras, pero se distinguen por sus méritos, como unos miembros son preferidos a otros, aunque ninguno queda separado del cuerpo. Por lo tanto, al decir que la soltera sea santa de cuerpo y de espíritu (1Co 7,34), quiere dar a entender una mayor santificación corporal y espiritual en las solteras, pero sin privar de la santificación el cuerpo de las casadas.

Bondad de la viudez, más excelente que la conyugal

Aprecia, pues, tu bien. O, más bien, recuerda que has aprendido a apreciar más tu propio bien porque hay otro bien inferior al tuyo, y no como si no pudiese ser un bien el tuyo si el otro no fuese un mal o fuese algo. Los ojos corporales tienen un honor muy grande; éste sería menor si ellos solos existieran y no hubiese otros miembros inferiores en el honor. En el mismo cielo, el sol supera a la luna por su luz, no la vitupera; y una estrella se distingue de otra por su gloria (1Co 15,41), sin apartarse de ella con soberbia. Dios hizo todas las cosas, y he aquí que eran muy buenas (Gn 1,31). No solo buenas, sino muy buenas; y no por otra razón, sino porque lo eran todas. De cada una de ellas había dicho y vio Dios que era buena. Pero cuando las nombró a todas añadió el muy y dijo: vio Dios todas las cosas que hizo, y he aquí que eran muy buenas (Gn 1,4). Porque algunas eran mejores que otras, pero juntas eran mejores que cada una por separado. La doctrina sana de Cristo te dé la salud en su cuerpo mediante su gracia; que este espíritu tuyo que domina al cuerpo no pregone con insolencia o juzgue con ignorancia el bien espiritual y corporal que tienes, mejor que el de las casadas.

En la antigua ley las santas mujeres se casaban por obediencia

 Llamé a Rut virtuosa y a Ana más virtuosa porque aquélla se casó dos veces y ésta quedó muy pronto viuda, y así vivió durante muchos años; pero no concluyas que tú eres mejor que Rut.
B, Vid., V-VI

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