viernes, 12 de mayo de 2017

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De la mano de San Agustín: Por la fe se prepara ahora nuestra morada eterna

 Ahora, dilectísimos, toca que, mediante lo que habéis oído que se respondió al apóstol Tomás cuando preguntó, por las palabras del Señor posteriores entendamos, en la medida en que somos capaces, las anteriores y por las siguientes las precedentes. He aquí el hecho: arriba había dicho el Señor cuando hablaba de las moradas respecto a las que dijo que están en la casa de su Padre y que él se iba a prepararlas —donde hemos entendido que en la predestinación existen ya esas mismas moradas y que son preparadas cuando mediante la fe son limpiados los corazones de esos que allí van a permanecer, y qué otra cosa es permanecer en la casa de Dios, sino estar en el pueblo de Dios, pues el mismo pueblo está en Dios y Dios en él; a preparar esto se marchó el Señor para que, creyendo en ese a quien no se ve, mediante la fe sea preparada ahora la morada que a la vista va a existir siempre—; por eso, pues, había dicho: Y si me hubiere ido y os hubiere preparado lugar, de nuevo vengo y os tomaré junto a mí mismo para que donde estoy yo estéis también vosotros, y sabéis adónde voy yo y sabéis el camino.

A esto le dice Tomás: Señor, desconocemos adónde vas y ¿cómo podemos saber el camino? (Jn 14,3-5) El Señor había dicho que ellos sabían una y otra cosa; aquél dice que desconoce una y otra, el lugar adonde se va y el camino por el que se va. Pero él desconoce mentir; ellos, pues, sabían y desconocían que sabían. Convénzalos ya de que saben lo que ellos suponen desconocer hasta ahora. Le dice Jesús: Yo soy el Camino y la Verdad y la Vida (Jn 14,6). ¿Qué significa, hermanos? He ahí que hemos oído al discípulo preguntar, hemos oído también al Maestro enseñar, mas aun después de haber sonado la frase aún no captamos la idea escondida. Pero ¿qué no podemos captar? ¿Acaso sus apóstoles, con quienes hablaba, podían decirle: «Te desconocemos»? Por ende, si le conocían y él en persona es el Camino, sabían el Camino; si le conocían y él en persona es la Verdad, sabían la Verdad; si le conocían y él en persona es la Vida, conocían la Vida. He ahí que se les convenció de que sabían lo que desconocían.
In Joh. 69, 1

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