lunes, 9 de octubre de 2017

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DA A TU ALMA UNA LIMOSNA DE JUSTICIA y CARIDAD

Habéis abandonado la justicia y la caridad y dais el diezmo de las hortalizas. Eso no es hacer limosna. También conviene hacer esto, les dijo; pero no hay que omitir lo otro. ¿Qué hay que hacer? la justicia y la caridad, la equidad y la misericordia, y no omitir lo otro. Haced aquello, pero anteponed esto.

Si las cosas están así, ¿qué significa haced limosna y todas las demás cosas os serán puras? ¿Qué quiere decir haced limosna? Practicad la misericordia. ¿Y qué es practicar la misericordia? Si entiendes, comienza por ti. ¿Cómo puedes ser misericordioso con otro, si eres cruel contigo? Dad limosna y todas las cosas os serán puras. Dad la limosna auténtica. ¿Qué es la limosna? La misericordia. Haz limosna, Compadécete de tu alma agradando a Dios.

 Tu alma mendiga ante tus puertas; entra en tu conciencia. Quienquiera que seas, vi vives mal, si vives como un infiel, entra en tu conciencia y allí encontrarás a tu alma pidiendo limosna, la encontrarás necesitada, pobre, hecha una piltrafa; quizás la encuentres ya no necesitada, sino muda por exceso de necesidad, pues si mendiga, tiene hambre de justicia.

Si encuentras así a tu alma—pues dentro de ti se hallan estas calamidades—, tu primera limosna sea para ella; dale pan. ¿Qué pan? Si el fariseo hubiese preguntado, el Señor le hubiera dicho: «Da limosna a tu alma». El no entendió, pero se lo dijo. Cuando les enumeró las limosnas que hacían y que ellos creían que él desconocía, les habló así: «Conozco lo que hacéis, diezmáis la menta y el eneldo, la ruda y el comino, pero yo me refiero a otras limosnas. Despreciáis la justicia y la caridad». 

Da a tu alma una limosna de justicia y caridad. ¿Qué es la justicia? Mira y la hallarás. Desagrádate a ti mismo, pronuncia sentencia contra ti. ¿Y qué es la caridad? Ama al Señor Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y ama a tu prójimo como a ti mismo. Así, tu primera misericordia será para con tu alma en tu conciencia. Si omites esta limosna, da lo que quieras, regala cuanto te parezca bien, aparta de tus frutos no la décima parte, sino la mitad; da las nueve partes, reservándote sólo una para ti; nada haces cuando contigo no lo haces y contigo te comportas como un pobre. Alimenta tu alma para que no perezca de hambre. Dale pan. Pero ¿qué pan? El que habla contigo. Si oyeres, entendieres y creyeres al Señor, él mismo te diría: Yo soy el pan vivo que he bajado del cielo. ¿Por ventura no debes dar ante todo a tu alma este pan, otorgándole así una limosna? Por tanto, si crees, lo primero que debes hacer es alimentar tu alma. Cree en Cristo y se limpiará cuanto hay dentro de ti y será purificado lo exterior.
S. 106, 3-4

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